Azúcar, pantallas y crianza, Rodrigo Suárez Hoffman

Jan 20, 2024

Rodrigo Suárez Hoffman, formador certificado por el Centro para la Comunicación Noviolenta.

 

Ayer me topé con un video titulado: “Sugar, Screens, and Parenting” (Azúcar, pantallas y crianza) y aunque estaba muy ocupado y no tenía tiempo para verlo, me puse a verlo al instante, ya que aquellas tres palabras del título describían, con toda precisión, el principal reto con el que me he enfrentado, durante los últimos 7 años, en la relación con mi hija Quetzalli (quien ahora tiene 9 años).

 

Quienes hayan leído un poco al respecto, sabrán lo dañino que es que las niñas y los niños coman muchos dulces y que pasen varias horas horas al día frente a las pantallas (de TV, computadora, celular, etc.).

 

Gracias a lo que he estudiado de Comunicación Noviolenta, en general procuro escuchar las necesidades de Quetzalli, expresarle lo que es importante para mí e invitarla a buscar juntos soluciones que tomen en cuenta las necesidades de ambos. De esta manera frecuentemente logramos un ambiente de cooperación.

Sin embargo, en temas de azúcar y pantallas no he logrado sentir que estemos juntos. A pesar de que le expreso mis preocupaciones, ella no deja de querer comer todo el azúcar que pueda y querer estar todo el tiempo que pueda frente a la pantalla. Sí suele obedecer los límites que le pongo al respecto, pero no sin cierto regateo o jalonéo, y sé que si le surge la oportunidad de salirse de  las reglas a escondidas, la aprovechará.

En aquel el video que vi se dijeron varias cosas que me resultaron reveladoras. Una de ellas fue que si (por ejemplo) mi hija tiene una adicción al azúcar, y yo no la dejo comer toda el azúcar que ella quiere, su necesidad de libre elección quedará frustrada por dos lados distintos: no sólo es que yo no la dejo elegir libremente, sino además es que su adicción al azúcar tampoco la deja elegir libremente (ya que cuando uno tiene una adicción, ésta no le permite a uno estar en un lugar interno de verdadera elección).

Para que los hijos no se sientan solos en una situación así, la sugerencia del video es que las madres y los padres les hablemos de los retos por los que nosotros pasamos en relación con nuestras propias adicciones.

Le hablé a Quetzalli del video que acababa de ver, y le compartí que yo también tenía una adicción a las pantallas: que aunque mucho del tiempo que estoy frente al celular o a la computadora sí estoy atendiendo asuntos importantes, en realidad paso más tiempo frente a ellos que lo que yo quisiera. A ella le gustó que le confesara eso. 

“¡Ya sé!”, le dije, “Cuando me veas frente a una pantalla, me puedes preguntar si estoy haciendo algo necesario, y si no es así yo me separaré de la pantalla. Eso me va a servir a mí”. La idea le gustó.  

Y entonces a ella también se le ocurrió una idea: “Podemos poner una hoja en la pared con tu nombre, mi nombre y el nombre de mamá”. Cada vez que alguien esté viendo una pantalla sin que sea algo importante, le ponemos un tache, y cada vez que sí sea algo importante le ponemos una palomita. Si yo estoy viendo una pantalla fuera de mi tiempo de televisión me pondrán un tache”.  

Aunque personalmente no soy fan de los taches y las palomitas, con este juego que se le ocurrió a Quetzalli ya siento que ella y yo estamos juntos en el esfuerzo por reducir nuestros tiempos de pantalla.

Si quieres ver el video que descubrí, aquí está: https://youtu.be/NbjHPqjtlm4?si=SY4ii3cGGkNVIvJ5

  


 

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